El alba de la juventud, con su flor delicada, su luz clara y pura, su alegría inocente y expectante, vos la habías dejado muy atrás. Con pies muy raudos y corredores habías pasado del Romance al Realismo. La cloaca y las cosas que en ella viven habían empezado a fascinarte. Ése fue el origen del problema en el que buscaste mi ayuda, y yo, nada sabio según la sabiduría de este mundo, por compasión y simpatía te la di.

Tu defecto no era que supieras muy poco de la vida, sino que sabías mucho.